
Desconurbanizar en la provincia de los bonaerenses: el renacer de nuestros pueblos.
**Texto reescrito:**
¿Sabés qué es lo mejor que tenemos en la tierra de los bonaerenses? Nuestro pueblo, sin dudas. Después de andar por varios rincones de la provincia, te das cuenta de eso. La gente bonaerense es de esa que no se enoja fácil, pero cuando la injusticia aprieta, ahí sí que reacciona.
Claro que hay violencias que nos marcan, de esas que ni el pueblo más tranquilo puede esquivar. Hasta en la superpotencia, Gringolandia, se ven. Ahora están intentando dividirnos de nuevo, aprovechando años y años de malestar acumulado. Y ese malestar, te digo, no se siente igual en todos lados: en el conurbano es como un golpe y en los pueblos fuera del AMBA la vida tiene otro ritmo.
En la provincia hay más de 600 pueblitos abandonados, un montón. Para imaginar un futuro mejor, tenemos que pensar en desconurbanizar, recuperar esos lugares y crear laburo digno. Ya se ven señales de esperanza en varios rincones: producciones chicas, granjas familiares, emprendimientos nuevos que apuntan a cambiar la manera en la que producimos en Buenos Aires.
Podés encontrar algodón en Bragado, aceitunas en Dorrego, trufas en Saavedra, kiwi en Saladillo, mermeladas en San Pedro, almendros en Bahía Blanca y Dorrego. ¡Y hasta hay vinos en Balcarce, Campana, Junín, Tandil, Saldungaray, Chacabuco y Mar del Plata! El INTA y el CONICET andan experimentando con cultivos alternativos, probando soluciones para quienes sufren con las inundaciones o sequías en lugares como Lincoln, 9 de Julio y Viamonte. ¿Te imaginás si impulsamos estas producciones en los pueblos olvidados? Integrando conocimiento local con tecnología, ¡ahí hay potencial de verdad!
El desafío grande de Buenos Aires es dejar de depender tanto de La Plata para crecer. No podemos seguir como si la única opción fuera sobrevivir o caer en más violencia. Hay que darles vida a los pueblos, rescatar esos espacios, ofrecer caminos nuevos a los jóvenes y renovar el panorama social de la provincia. El pueblo bonaerense ya demostró que tiene garra, solidaridad y aguante. Solo falta que los políticos se pongan las pilas y junten fuerzas para impulsar este proyecto. Si logramos que los pueblos vuelvan a ser motores económicos, estaremos construyendo algo más que plata: una comunidad unida y libre.
La cosa está urgente, necesitamos aires frescos en la provincia. ¡Y esos aires van a venir, como siempre, del pueblo!