
Javier Milei: estrategia de la agenda negativa y la erosión reputacional en la comunicación de crisis
El Gobierno enfrenta cada escándalo sucedido con uno nuevo, creando una sucesión de cicatrices. Esta estrategia, conocida como “táctica renga de la fascinación disruptiva”, tiene como objetivo gestionar la atención pública.
En la teoría clásica de la comunicación de crisis, se destaca la importancia de anticiparse, ser creíble y gestionar adecuadamente en las primeras 24 horas. Sin embargo, en un entorno digital actual, estos principios se consideran obsoletos frente a la necesidad de una comunicación ágil y coral de respuesta.
El Gobierno se encuentra en un laboratorio involuntario de gestión de crisis, optando por la estrategia de la agenda negativa, que busca generar, desplazar o amplificar controversias para evitar que la narrativa se enfoque en un único escándalo. Aunque esta táctica asegura visibilidad, impide la construcción de una reputación sólida a largo plazo, generando una erosión acumulativa. Cada crisis, en lugar de resolverse, es reemplazada por una nueva, dejando un rastro de desgaste difícil de revertir.