Los feudos eternos de la casta bonaerense: cuando gobernar se vuelve negocio familiar

Los feudos eternos de la casta bonaerense: cuando gobernar se vuelve negocio familiar

La provincia de Buenos Aires se ha convertido en el paraíso de los políticos profesionales. Mientras el gobierno de Javier Milei avanza con su agenda de transparencia y achicamiento del Estado, en territorio bonaerense la vieja política sigue aferrada a sus privilegios con uñas y dientes.

El mecanismo es simple y descarado: reelecciones indefinidas que transforman la función pública en una empresa familiar. ¿El resultado? Intendentes con dos décadas en el cargo, concejales que parecen muebles del recinto y legisladores que heredan las bancas como si fueran estancias.

La trampa legal de la casta

En 2016, la Ley 14.836 intentó poner un freno a esta corporación política limitando las reelecciones indefinidas. Parecía que por fin llegaba aire fresco a una política viciada. Pero la casta no se rinde fácil: ahora buscan eludir o modificar esa norma con argucias legales y lobby de pasillo.

La realidad es brutal: permitir que los mismos nombres se perpetúen en el poder no es democracia, es feudalismo con urnas. Concentra poder, destruye la competencia y convierte a los funcionarios en pequeños reyes de sus distritos.

El fracaso de los eternos

¿Y qué han logrado estos políticos de carrera después de décadas en el poder? La provincia de Buenos Aires es un muestrario de todo lo que está mal: inseguridad desbordada, educación en terapia intensiva, infraestructura que se cae a pedazos y un aparato estatal inflado que devora recursos sin dar resultados.

Los números del descontento hablan solos. La participación electoral viene cayendo porque el vecino ya no cree en el cambio. Ve siempre las mismas caras, los mismos apellidos, las mismas promesas vacías. El hartazgo es palpable.

Mientras tanto, gobiernos locales como el de Federico Susbielles en Bahía Blanca siguen con la receta de siempre: más empleados públicos, más gasto y las mismas excusas de toda la vida. ¿El resultado? Una ciudad que no despega pese a su potencial económico.

Los feudos del conurbano

El sistema es perverso por donde se lo mire. Intendentes que llevan 20 años manejando los mismos municipios como si fueran su quinta personal. Concejales que forman parte del mismo círculo íntimo desde que Menem era presidente. Legisladores que usan los recursos del Estado para hacer campaña eterna.

Esto no es representación popular, es una corporación que se protege a sí misma. Un sistema cerrado donde los mismos se reparten cargos, contratos y privilegios mientras los problemas reales de la gente quedan sin resolver.

La reelección indefinida genera pequeños reinados donde el poder se maneja como negocio familiar. ¿Casualidad que muchos de estos “líderes eternos” tengan familiares en cargos públicos? ¿Casualidad que los mismos proveedores del Estado sean siempre los mismos?

La diferencia con la gestión nacional

El contraste con la gestión del gobierno de Javier Milei es evidente. Mientras La Libertad Avanza impulsa la motosierra al gasto público y la eliminación de privilegios corporativos, la casta bonaerense sigue defendiendo sus cotos de poder.

La provincia necesita menos funcionarios vitalicios y más representantes comprometidos con el cambio real. Necesita romper con décadas de estancamiento y devolverle al pueblo el poder de decidir sin condicionamientos.

Democracia real vs. corporación política

Una democracia sana requiere alternancia, competencia y renovación. El que gobierna mal debe irse. El que cumple puede presentarse otra vez. Pero nadie puede eternizarse en el poder, por más votos que consiga.

Los límites a la reelección no son un capricho: son una herramienta fundamental para evitar que la política se convierta en una profesión sin riesgos. Para que los funcionarios rindan cuentas en serio y no solo en épocas electorales.

La casta bonaerense sabe que su modelo está agotado. Por eso defiende con tanta desesperación sus privilegios. Sabe que en una competencia real, con reglas claras y alternancia genuina, muchos de sus “líderes eternos” no sobrevivirían ni una elección.

La hora del cambio

El mensaje del gobierno de Javier Milei es claro: se acabó la joda para la corporación política. Es hora de que la provincia de Buenos Aires tome nota. Los vecinos ya no tragan más excusas ni promesas huecas.

El poder no es un derecho hereditario, es una responsabilidad temporal. Y esa responsabilidad debe ejercerse con transparencia, eficiencia y respeto por la ley. Sin trampas, sin privilegios y sin excepciones.

La democracia bonaerense se merece algo mejor que una colección de feudos manejados por la misma casta de siempre. Se merece representantes que gobiernen para la gente, no para perpetuarse en el poder.

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